Para mí, después de tantos años grabando paisajes sonoros estos siguen siendo un misterio.
Mi experiencia como sonidista hasta 2010 se limitaba a grabar sonidos de aves. Un micrófono unidireccional como el Sennheiser ME67 y un Marantz PMD671 eran mi compañía en campo: Escuchar el canto del ave, localizarlo, apuntar el micrófono, apretar Rec, aguardar un par de minutos, o lo que el ave quisiera cantar, una breve nota de voz al final de la grabación y apretar la tecla Stop.
En 2010 o 2011, en una de las tantas noches que dedico mi tiempo a la lectura, me encontré con una técnica de grabación para captar algo llamado paisaje sonoro.
Un paisaje sonoro nada más es que un conjunto de sonidos emitidos por los seres vivos (biofonía), por los sonidos de los elementos (geofonía) y por los seres humanos (antropofonía). Adentrándome en detalles entendí que a una grabación de un paisaje sonoro la hace especial la presencia de biofonía y geofonía, evitando al máximo la antropofonía.
La ecuación se complicaba a cada párrafo de mi lectura; era necesario utilizar al menos dos micrófonos. Además, para obtener un paisaje sonoro representativo del lugar, era necesario grabar al menos treinta minutos sin interrupciones. Fue un desafío inmenso entender el gran número de posibilidades que se presentaban. Para captar un paisaje sonoro hay una infinidad de técnicas que, en principio, son utilizadas para grabar orquestas, obras de teatro y cine.
En el álbum Retratos del Brasil utilizo una configuración de micrófonos conocida como SASS, del inglés Stereo Ambient Sampling System, en español Sistema de Muestreo de Ambiente Estéreo. Esta configuración consiste en dos micrófonos omnidireccionales en un ángulo divergente y una barrera acústica entre ellos. Sí, lo sé, suena raro. Pero cuando escuchen el álbum van a entender la magnitud del sonido grabado con esta técnica tan especial desarrollada hace más de 80 años.
El paisaje sonoro es cada vez más difícil de ser grabado en su conjunto ideal, biofonía más geofonía. La fuerte destrucción de bosques y selvas, sumado a que en poco más de un lustro habrá 8 mil millones de seres humanos en el planeta, el factor antropofonía, cada vez más invade este delicado equilibrio.
Aunque ya hace 8 años que grabo paisajes sonoros nunca dejan de sorprenderme; cada amanecer, cada atardecer, o cada noche son como una hoja en blanco en la cual la naturaleza escribirá su música.
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